En el paisaje inhóspito de los angostos valles abiertos en medio del desierto costero del norte del Perú, tiene su asiento la compleja civilización mochica (300 a.C. - 500 d.C. aprox). su núcleo abarca los valles de Chicama, Moche, Virú y Santa pero llega por el sur hasta Nepeña y Casma y por el norte a Lambayeque y Pacasmayo. Entre el 200 a.C. y el 100 d.C. varios pueblos viven enzarzados en una continua lucha por el dominio del agua y la posesión de la tierra pero poco después los valles de Chicama y Moche sojuzgan al resto y establecen una auténtica confederación, cuya vida transcurre entre el 100 y el 500 d. C. Entre el 700 y el 800 d.C. irrumpirá por estos lugares la cultura Huari.
Hoy en día la región es muy árida, pero es posible que por aquellos tiempos fuese más húmeda y fértil. La Mochica fue una civilización típicamente hidraúlica cuya economía se sustentaba básicamente en la agricultura de regadío y cuyos campos de labranza cubrían la mayor parte de los valles costeros hasta el límite con el desierto gracias a las obras de ingeniería, canales, acequias, pantanos y acueductos. El uso de abonos, como el guano, aumentaba más aún su rendimiento. Por entonces ya se cultivaba el maíz, el fríjol, el cacahuete, la patata, al chile, la mandioca, la calabaza, el algodón, la coca, el aguacate, la chirimoya, la papaya, la piña. La llama ya domesticada, proporcionaba carne, lana y servía como bestia de carga. la pesca y la recolección de moluscos completaban la dieta de estas gentes y la caza quedó reducida a un ejercicio propio de los nobles. El comercio conoció un gran auge y los mochicas trocaban la sal, el pescado seco, las algas, por productos de la sierra como el cobre, el oro y la llama, en el trabajo de la madera y los metales en especial el de la cerámica, alcanzaron una gran maestría.
Es una sociedad estratificada en varias categorías sociales, con especialistas, lo que se observa en una cerámica que describe su vida cotidiana y en la que se distingue perfectamente, gracias a los diferentes atavíos y tocados, a los grupos dirigentes, a los simples campesinos y a los esclavos o cautivos. En una civilización casi siempre en guerra, que abastece de una abundante mano de obra servil, los guerreros cobran una enorme preeminencia y aparecen ricamente vestidos y armados con mazas, hachas, lanzas, escudos y lanzadardos. hay también pescadores, mensajeros, músicos, alfareros, tejedores, orfebres, lapidarios.
El pueblo menudo se plasma en un tamaño menor y con trajes y adornos más sencillos. Lo importante de la religión se deduce de los templos y tumbas.
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